Lo tienes cerca, sientes como sus latidos se aceleran levemente. Su brazos te dan calor, un calor diferente a cualquier otro. Le acaricias el cuello y el se ríe. Responde a esto haciéndote cosquillas hasta no poder más, hasta que te saltan las lágrimas. Te mira y te abraza. Y te protege mejor que cualquier otra persona. Te quedarías así toda la vida...
Pero ya no queda más que un suspiro.
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