viernes, 18 de febrero de 2011

¿De qué nos quejamos?


















No sé hablar mirando a los ojos.
Tengo manojos de extroversión,
puedo hablar hasta por los codos,
ser el mejor amigo de todos
y no fijar mi atención en vuestra belleza.

Soy demasiado flojo,
¿tengo que hablar?
no necesito entablar conversación.
Chica, tengo un amigo al que le molas
mogollón
y compartís canción favorita.

Quiero hablar para que te derritas
con mis rayos de emoción
pero soy demasiado flojo y
mi alborozo cae en un pozo
si no oigo afección mientras
compongo ilusiones frente a esos ojos
que no me atrevo a mirar
por miedo a que me mientan...

Disimulo tan bien que nadie se da cuenta
y grito, gesticulo, y aunque no me pega
me hago el chulo
aún con los ojos vendados
estaría vendido...

Tengo un amigo argentino
que cuando leo me recuerda que estoy jodido.
Mis ojos caen al suelo tras un aplauso merecido;
Chica, quiero impresionarte de lejos
porque frente a frente tendré miedo
de tu mirada y conocerte,
me aterrará hacer lo que más me apetece:
Ser un niño con mirada de bandido
por diversión.

Y quedarme en blanco, o en negro,
quedarme quieto. Los ojos hablan
más rápido que el corazón, ¡se adelantan
a una boca que va a decir te quiero!

Pero yo no los miro porque el síndrome
de Stendhal lo llevo fatal.
Sabiendo todo esto, solo puedo proponerme
sobreponerme a mi esclavitud mental.

Dejar de posponerme mis días en el jardín
de felicidad que puede ser esta ciudad
dependiendo de cómo la mires.
Y dejar de fingir seguridad para empezar
a vivir con el miedo,
que es un buen amigo
que cada vez aguanto menos.

Soy de esa clase de hombres buenos
que llevan mal que ser malo luzca tanto,
y esa incoherencia que arrastramos
nos la acabamos por tragar,
lo mires como lo mires
yo construyo mi hogar,
y prefiero una casa pequeña
a un palacio impersonal.

Que es más bonito este juego de miradas
con la cámara que despotricar,
¡Oigo tan pocos poemas felices…
Pero hoy tenemos narices rojas
y sonrisas que regalar!
¿Cómo están ustedes? ¡¡Bieeeeen!!

Tenemos miradas que nos incitan a amar,
tenemos chistes malos que contar,
tenemos intrigas divertidas que revelar,
tenemos inocencia suficiente para iluminar
cualquier estrella, inocencia para eliminar
cualquier atisbo de culpabilidad.

¡Joder, chica! Tenemos de todo
y no nos hace falta de nada.

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