domingo, 18 de diciembre de 2011

Take it easy





¡No es difícil, tonto! Eso es lo que crees tú...
siempre le das vueltas a todo y nunca eres capaz
de ver las cosas simples, como son en realidad.
Siempre con tu aritmética, tus teorías Platónicas
y esa maldita manía de contar las farolas. Deja
ya ese modo de vida, no te ayudará a la hora de
la verdad. Tú lo que necesitas, querido, es ponerte
las alas de una vez ¡Sueña un poco más, narices!
Quiero hacerte feliz y no puedo si no te dejas
llevar.

Creo que sólo necesitas quererme sin frenos.

martes, 13 de diciembre de 2011



Si tú supieras lo vacío que está todo ahora... Ahora las agujas del reloj están paradas en las tres y diez, el aire no huele a nada, ahora las nubes ya no semejan algodón ni la gotas de agua saben dulce. Se han apagado tresmil doscientas cincuenta y seis estrellas, una con cada paso que has dado para alejarte de aquí. Ahora los adoquines ya no resbalan y las luces de navidad alumbran de manera mortecina. Ya no hay eclipses de Sol y la luna llena empeora mi humor. Han cesado mis ganas de reír... no quiero mostrar mis dientes si no es a ti. Ya es de noche, todo está oscuro. No hay nada... Si tú lo supieras, tal vez, no te habrías ido.



domingo, 11 de diciembre de 2011

She

Madruga los domingos sólo para poder ser ella misma durante un ratito, antes de que los demás se levanten. Abre los ojos a las ocho y media de la mañana, siempre, como un reloj. Sonríe y se estira como un gatito. Echa a un lado las sábanas y se yergue despacio. Camina hacia la ventana y abre las cortinas poco a poco. Su cuerpo desnudo reluce al Sol (seguro que más de uno se levanta los domingos a las ocho y media para ver este eclipse solar). Abre un poquito la ventana y respira el aire de fuera, se siente bien, sobre todo cuando ese aire está frío. Sus párpados todavía tienen ganas de permanecer cerrados y ella se deja llevar... cierra los ojos mientras escucha en su cabeza la misma melodía de todos los domingos. Cada domingo duda si es producto de su imaginación o si realmente alguien toca en la calle. Después mueve sus dedos, desentumece sus brazos y mueve la cabeza de un lado para otro. Por último camina de puntillas hacia la puerta y mueve el pomo. Ya es hora de volver a empezar.