La vida puede cobrar sentido en una simple milésima. Sólo con rozar sus labios. O menos todavía, solamente con sentir sus ojos sobre ti. Puede parecerte que la vida es maravillosa, sólo con que el Sol brille en lo más alto. O con crecer medio centímetro. O con sacar un sonido grande y voluptuoso con tu violín. Quizás la vida merezca la pena, solamente con que algo te ate a ella, y te haga seguir caminando, pasito a pasito, rumbo a la felicidad.
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ResponderEliminarpor cierto, bonito blog:)
Son las cosas más insignificantes las que hacen que la vida merezca la pena.
ResponderEliminar¡Un besito Inés!